En el caso de las pieles grasas, lo más importante es eliminar el exceso de sebo suavemente y sin provocar irritación. Además, también hay que tratar las afecciones cutáneas que puedan acompañar a la piel grasa: reducir las espinillas, evitar la inflamación, aportar hidratación o estabilizar la barrera cutánea.
Limpieza de la piel grasa
Al contrario de lo que ocurre con la piel normal y seca, la piel grasa va produciendo aún más grasa a lo largo del día y de la noche. Esto no tiene nada que ver con una falta de higiene, sino con la elevada producción de las glándulas sebáceas. Por eso, lavar la piel mucho y de forma intensiva no es especialmente útil con la piel grasa.
Si tienes la piel grasa, te recomendamos lavarte la cara cada mañana y noche con un limpiador suave que elimine el exceso de grasa de la piel sin irritarla. Es importante que la limpieza no sea demasiado intensa. Si la piel está muy lisa y tirante tras la limpieza, quiere decir que ha sido demasiado intensa y puede llegar a tener consecuencias negativas a largo plazo: es posible que la piel genere aún más grasa o que se eliminen los lípidos de la piel al lavarla. Esto último puede derivar en una piel grasa-seca (explicada anteriormente).
Para la limpieza de la piel grasa, apuesta por productos limpiadores suaves, aunque efectivos, y con pH neutro. Por ejemplo, son recomendables los geles de limpieza, las lociones de limpieza o el agua micelar (esta última es imprescindible aclararla con agua después de utilizarla).